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El rastreo es una forma de acercarnos a los animales con los que convivimos. Sus recorridos, sus esfuerzos para conseguir alimento, sus escaramuzas, el afán por la territorialidad, sus formas de aseo, hasta sus muestras de alegría. Todas sus actividades pueden quedar recogidas en cualquier elemento que haya tenido la oportunidad de ser testigo del comportamiento de la fauna. Esos testigos nos pueden revelar sus secretos: no sólo la especie que vieron, también qué estaba haciendo, qué motivaciones tenía, qué sabía hacer para satisfacerlas.

Para interpretar sus secretos necesitamos seguir aprendiendo siempre. Por supuesto, sobre la forma de sus patas, dientes, alas, huevos... todo lo referente a sus formas. Pero también son necesarias sus costumbres, y las excepciones a esas costumbres: cuando cambia el hábitat, las condiciones meteorológicas, el tipo de presencia humana...

Rastrear significa seguir aprendiendo.
Es una motivación más para consultar bibliografía, a otras personas, compartir salidas de campo, fotos, y, por supuesto, rastrear supone sorprenderse cuando descubres algo que no te esperabas, pero que las señales indican que sí, ¡ha pasado este animal por aquí!, ¡y ha hecho esto, no me lo puedo creer!

18 nov 2015

Aguilucho lagunero


Se hizo de rogar pero al final, ¡me hice con sus rastros!
Tras aproximadamente un año y medio persiguiendo laguneros cual adolescente enamorada, por fin, he podido confirmar con suficiente consistencia que aquellas huellas que yo tenía tan claro que pertenecían a un lagunero, realmente lo son.
Eso es lo que ocurre cuando eres una enferma obsesiva de las huellas y un día que vas tan tranquilita por el campo encuentras unas huellas de ave que no habías visto nunca y piensas -esto es de lagunero- y a partir de ahí comienza la gran búsqueda. Ahora toca demostrarlo, en primer lugar a ti misma y luego se lo cuentas a los demás.  




Es curioso como se trabaja la vista y como con la experiencia se adquieren poco a poco aptitudes que antes no teníamos tan desarrolladas o que quizás desconocíamos.
Pero la verdad es que  resulta muy enriquecedor conocer las huellas de las aves que te rodean y poder detectar así especies que no habías visto ni oído. En muchas ocasiones los resultados pueden llegar a ser muy sorprendentes.



                                     Principales características





1. Posee 4 dedos provistos de uñas fuertes y relativamente cortas si las comparamos con las de otras rapaces.
2. Sus dedos son ligeramente finos.
3. La planta de sus garras está compuesta por varias lobulaciones de diferentes tamaños y grosores.
4. El tamaño total de la huella en una hembra adulta puede llegar a los 11cm.
5. Se desplaza dando pasos cortos y anchos que intercala con algún que otro salto.




6. El dedo II es corto a diferencia de los dedos II y III que son bastante largos.
7. El dedo II, por norma general, aparece muy pegado al dedo III dejando un ángulo muy cerrado entre ambos.
8. El dedo IV suele abrirse mucho hacia el exterior del ave dejando un ángulo muy abierto, casi 90º entre los dedos III y IV. 
Todo este conjunto de ángulos de apertura entre los dedos puede hacer recordar a la huella de una nocturna.





Egagrópilas


Tal y como se puede apreciar en la imagen, el tamaño es muy variable, desde los 2 cm hasta los 6 cm.
Recuerdan mucho a las egagrópilas de ratonero con menos uniformes, más contenido vegetal y en muchas ocasiones, espinas y escamas de pescado, trozos de pluma y pelo de conejo.