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El rastreo es una forma de acercarnos a los animales con los que convivimos. Sus recorridos, sus esfuerzos para conseguir alimento, sus escaramuzas, el afán por la territorialidad, sus formas de aseo, hasta sus muestras de alegría. Todas sus actividades pueden quedar recogidas en cualquier elemento que haya tenido la oportunidad de ser testigo del comportamiento de la fauna. Esos testigos nos pueden revelar sus secretos: no sólo la especie que vieron, también qué estaba haciendo, qué motivaciones tenía, qué sabía hacer para satisfacerlas.

Para interpretar sus secretos necesitamos seguir aprendiendo siempre. Por supuesto, sobre la forma de sus patas, dientes, alas, huevos... todo lo referente a sus formas. Pero también son necesarias sus costumbres, y las excepciones a esas costumbres: cuando cambia el hábitat, las condiciones meteorológicas, el tipo de presencia humana...

Rastrear significa seguir aprendiendo.
Es una motivación más para consultar bibliografía, a otras personas, compartir salidas de campo, fotos, y, por supuesto, rastrear supone sorprenderse cuando descubres algo que no te esperabas, pero que las señales indican que sí, ¡ha pasado este animal por aquí!, ¡y ha hecho esto, no me lo puedo creer!

16 jul 2017

ENTREVISTA A LUISA ABENZA-DIARIO DE SORIA


Luisa Abenza: "Percibo vida y movimiento todo el rato"

Estoy atada al suelo» «Me transformó la huella de arrendajo» «Todos los rastros llevan al conocimiento» «Los humanos dan muchos tipos de información; los animales, información más necesaria» «Vida y monte son lo mismo»





No sabía hablar y se adentró en el monte acompañada de un perro. Ya no volvió. Allí habita con los sentidos despiertos y en el resto vive. Luisa Abenza García (Murcia, 1980) se detiene cuando puede en los charcos, un paraíso de diversidad, un libro abierto para quien quiera ver y escuchar. Invita a hacerlo.
Pregunta.-A ver, ¿cómo es eso de besar a los pájaros?
Respuesta.-¡Qué! Me encantan los animales. Desde pequeña me relaciono bien con ello. Y con los pájaros especialmente, aunque sean tan diferentes especialmente a nosotros. Tienen picos, alas, plumas, son emocionalmente -sobre todo los córvidos- muy parecidos a nosotros. Tienen parejas de por vida, saben amar, saben estar tristes, saben jugar. Dar un beso a un pájaro y que se deje besar ti es una relación muy bonita.
P.-¿Cuánto tiene de humano y cuánto de animal usted?
R.-Lo que todos, todos somos animales. El rastreo por ejemplo, a mí me resulta hasta frío, llamarle rastreo de fauna silvestre. Es mucho más que eso. Es lo que somos nosotros. Somos animales, somos salvajes... Todavía lo tenemos. 
P.-¿De qué sabe más, de setas o de huellas?
R.-Es diferente información. Quizá sepa más de huellas. Mi trabajo con las setas es principalmente no reconocer setas en sí, que las reconozco, sino cómo educar al público, ayudar a que no se intoxiquen, que sepan respetarlas...
P.-¿En qué parte del monte hay más respuestas?
R.-¿De qué tipo? No hay más respuestas en un sitio que en otro, simplemente los lugares son diferentes y la actividad es diferente.
P.-¿Qué rastro sigue de forma permanente?
R.-Trabajo principalmente en rastreo de aves, soy especialista en huellas de aves, es lo que más me gusta. Lo más complicado y lo menos conocido. 
P.-Un elemento que se le repita.
R.-El suelo. (¿Qué la ata a él?). No lo sé... Desde pequeña me ha gustado mucho, me gustar estar en él y tocarlo. Estoy atada al suelo. (¿Por qué le gustan entonces los animales que vuelan?). No me gustan las aves porque vuelan, me gusta que vuelen, y a mí me gustaría volar. He soñado que vuelo muchas veces. Me gusta cómo son las aves psicológicamente.
P.-Dígame la percepción más habitual que tiene.
R.-Percibo movimiento y vida todo el tiempo.
P.-Entre pasear por la vida y por el monte...
R.-Es lo mismo. La vida es monte. No podría vivir sin el campo.
P.-¿Qué le resulta inexplorable?
R.-Las personas quizá.
P.-¿Qué palabras no son compatibles con usted?
R.-¿Cuál es el antónimo de respeto?, ¿el antónimo de empatía?... Eso.
P.-¿Hasta dónde teme no dejar huella en la vida?
R.-No pienso mucho en eso.
P.-¿Dónde está su centro energético?
P.-Mi centro energético está en los pinares de la tierra de Pinares, en el Cañón del Río Lobos... En toda esa comarca maravillosa. Es el paraíso. Sí, es el paraíso.
P.-¿Qué huella la transformó?
R.-Me transformó la huella de arrandajo... (Enseña unas plumitas azules en un pendiente y preguntamos por qué). Fue un descubrimiento y me abrió las puertas de un mundo que no sabía, que no se conocía. A través de la huella de arrendajo empecé a estudiar las huellas de las aves y a partir de ahí... Es muy bonito.
P.-¿Qué hace alguien como usted en un Navaleno como éste?
R.-Buscar lo que hay en los pinares sorianos. Naturaleza viva. 
P.-¿Qué hay en el monte que no veamos?
R.-¿Que no veas tú o que no vea un turista?, ¿que no vea un niño de cinco años o que no vea un abuelo? Cada uno percibe las cosas de una manera diferente.
P.-¿Por qué cuesta hacer caso a determinadas señales?
R.-Creo que porque no se identifican, no las percibimos. Tenemos los sentidos activados en otro tipo de señales que nos suponen supervivencia en el día a día pero no estamos habituados a escuchar la alarma de un ave que está diciendo que viene un azor y hay que esconderse.
P.-¿Qué diferencia a una señal animal de una humana?
R.-Los humanos dan mucho tipo de información; los animales dan informaciones más necesarias: comer, sobrevivir o te quiero, que también es una información necesaria.
P.-¿Por qué le gustan a usted cosas que tan pocos perciben?
R-Creo que es parte del ser humano. Me hace sentir muy bien, porque nos conecta con lo que realmente fuimos o somos y aún tenemos ahí pero no conocemos. Y activarte en eso es superplacentero.
P.-¿Qué rastro la despistó?
R.-¿Qué difícil! No lo sé.... Nunca me olvidaré del momento, el año pasado, en el que vi huellas de grulla, no sé si fue en agosto, que todavía no han venido, obviamente, y me volví loca. Pregunté a todo el mundo, ‘imposible, imposible’, me decían... y yo veía huellas de grulla. Y había una grulla que llegué a encontrar. Estaba malita... y no había podido irse.
P.-La terapia que necesitamos en estos momentos...
R.-Al ser humano en general le hace falta un baño de humildad y de empatía. No somos tanto como creemos, por eso no respetamos nada.
P.-¿A qué llevan todos los rastros?
R.-Al conocimiento, a saber qué es lo que te rodea.
P.-¿Dónde la busco si se pierde?
R.-En el Cañón del Río Lobos. Ahí.


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